El maestro Sebastián necesita un arreglo de proteínas, pero por suerte tiene un joven guapo y cachondo que le da lo que desea. Michael ha estado colgando de cuerdas, suspendido del techo e incapaz de escapar, no es hora de que el amo le drene la esperma. Al igual que su agujero y chuparle la polla, el amo afirma que es dueño del joven, mostrándole a Michael que tiene todo el control. El dolor de la cera caliente que gotea entre sus mejillas y sobre su puchero es casi demasiado para soportar, pero Michael no puede evitar que el amo se masturbe y le chupe la polla hasta que su carga se escupe por esa sedienta garganta.